jueves, 11 de septiembre de 2008

¿DIECIOCHO SIN ASADOS?



Desde que Chile dejó de producir carbón extensivamente hace ya más de diez años, las importaciones de dicho producto han incrementado en más de un 70% en comparación con las cifras del año 1995, en el que aún se podía gozar de un producto nacional a bajo costo.


En medio de un ambiente de gran tensión e incertidumbre, el presidente de la Empresa Nacional del Carbón dio a conocer la noticia sobre el cierre del yacimiento carbonífero de Lota. La medida tomada y anunciada el 15 de abril de 1997 tuvo como resultado inmediato la salida de más de mil trabajadores. La determinación tuvo sus consecuencias. Una de ellas fue el profundo desacuerdo de los mineros, a los que el gobierno ofreció ayuda económica y además estuvo dispuesto a encontrar solución a sus demandas.
Esta medida, en gran parte explica el hecho de la deficiente producción de carbón en Chile. Según el Consejo Nacional de Energía, existen normalmente tres empresas productoras de la mediana minería del carbón, además de los empresarios de la pequeña minería. Este dato refleja la escasa producción de esta fuente de energía. A su vez, los precios del carbón se incrementan cada vez más. El fuerte aumento de la demanda del producto en cuestión es notorio y Chile como país ha debido importar desde aquel año, volviéndose cada vez más dependiente de regiones externas.
Chile importa carbón de diversos países, dentro de los cuales Colombia es clave. También destacan Australia, Canadá e Indonesia. Básicamente las razones de importación apuntan a la producción de electricidad. En cuanto a esto último, el coste es altísimo. Es más, en Chile cuesta un 400% más que en Argentina y en países como Perú y Brasil llega casi a duplicarla. En resumidas cuentas, la producción de electricidad Chile es la más cara de América Latina.
El carbón entonces puede ser en cierta medida perjudicial. La dependencia de éste podría provocar efectos económicos adversos. Un incremento de las importaciones por sobre las exportaciones, no es un índice positivo, sino un pésimo balance. En ningún país del mundo se considera favorable que se compre más que se venda. De hecho, si trasladáramos este evento a un nivel más macro, ligándolo con el PIB, estaríamos en un caso de déficit comercial, lo que en términos económicos significaría para Chile un saldo negativo.
La importancia de tener este factor energético puede traer innumerables beneficios. El país que tiene la posibilidad de contar con él, puede conseguir un desarrollo económico considerable, como lo hace Colombia, que si bien no es una nación desarrollada ni tampoco podría llegar a serlo dentro de diez años, sus mayores ingresos fiscales corresponden a las exportaciones de carbón. En pocas palabras es una fuente de riquezas en donde el provecho que se le saque es valioso. Sin embargo, para los consumidores de carbón las expectativas son distintas. Mientras el precio aumente, el abastecimiento de esta materia prima será cada vez más difícil de conseguir, sobre todo para la generación de electricidad en cuanto a Chile, lo que refleja un panorama un tanto desalentador para los importadores de carbón.
Ahora que se acercan las fiestas patrias, celebración en la que el carbón es indispensable para cualquier asado familiar, el coste de éste incrementa aún más el presupuesto necesario para llevarlo a cabo, sumados a las alzas en la carne, el pan y las verduras. ¿Serán estas unas fiestas con grandes asados y celebraciones sin tener que lamentar los gastos que éstas impliquen?

1 comentario:

Ayudantía Economia Internacional dijo...

Creativo, correcto y con buenos datos, me gusto mucho el análisis y la forma en que lo relacionaron con el escenraio actual.

Muy bien chicos, único detalle, que no todo el artículo quede tan comprimido, se confunde a la vista, más espacios entre párrafos.

bien.